"Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mateo 12:50).
María santísima
La bienaventuranza de María santísima es tal que, incluso antes del misterio del amor de Dios, eligió confiar en los planes del Altísimo y siguió con perseverancia el camino trazado por el Padre.Si podemos definir la vida de la Virgen en pocas palabras, será la mujer que aceptó y cumplió plenamente la voluntad de Dios. Para nosotros, culpables y pecadores, el ejemplo de María es único y debe ser visto como un modelo de santidad que debe ser alcanzado por todos.
Plan divino
María se entregó sin reservas a Dios y confió en el plan divino de tal manera que nos dio el gran regalo de traer al mundo a nuestro gran Redentor. Cristo es ciertamente nuestro gran Salvador, pero fue a través del amor y cuidado de María que él puede nacer y resucitar mientras estaba en su condición humana.La vida de María es, por tanto, un modelo a seguir por todos los cristianos, pero cómo hacerlo es un gran desafío, ya que muchas veces nuestra voluntad va en contra de los planes que Dios tiene para nosotros. Necesitamos renunciar al orgullo y entender que sólo el padre sabe lo que es mejor para nuestras vidas.
Capacidad de elegir
Dios conoce nuestros corazones y respeta nuestra capacidad de elegir, a través del libre albedrío, así que somos nosotros los que debemos buscar siempre seguir el ejemplo de fe y humildad de María y actuar de acuerdo con la voluntad del Señor.Cuando ponemos nuestros deseos en la mano de Dios y le pedimos que nos guíe por el mejor camino, es posible obtener grandes bendiciones y multiplicar la verdadera alegría que viene del cielo. El ejemplo de María nos enseña a obedecer y confiar con humildad y devoción en cada momento de su vida.
Ave María
Recemos un Ave María pidiendo a la Santísima Virgen que interceda por nosotros hoy y siempre:Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén!
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